jueves, 4 de noviembre de 2010

En el trampolín otoñal entre poemas y versos

De ese trampolín otoñal en el que nos encontramos dispuestos a deslizarnos y caer, como las hojas otoñales, para sumergirnos sin premura al gélido invierno.
Así es la obra iceber & tropical del artista Luis Gordillo, una retrospectiva que muestra su trabajo en su esplendor, el de la tensión narrativa.
La ironía es un vehículo en el que viaja siempre este artista, el uso de gamas cromáticas ácidas, y de imágenes múltiples que se congelan en movimiento, una maravilla crítica para la mente.
 Esta muestra, que recoge la obra antológica del anterior premio Velázquez de las Artes Plásticas. Fiel a la idea de potenciar al máximo la activación de cuadros y espacios, Gordillo huye de la mera disposición ordenada de sus obras y propone un "espacio vivo", en el que la propia singular exposición se torna en una obra más.



 Luis Gordillo (Sevilla, 1934) comenzó su trayectoria artística en la pintura abstracta y el informalismo, y en los años setenta inició una fase más creativa en la que empezó a experimentar -gracias a la fotografía- con métodos mecánicos de reproducción y transformación de la imagen y el color. Pionero de una de las tendencias más significativas de la pintura de los sesenta, la figuración madrileña, está considerado como una de las grandes figuras del arte contemporáneo español





*** POESÍA VIVA***

Como el primer cigarro...

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos. Tú tenías
una pequeña estrella de papel
brillante sobre el pómulo
y ocupabas la escena marginal
donde las fiestas juntan la soledad, la música
o el deseo apacible de un regreso en común,
casi siempre más tarde.

Y no la oscuridad, sino esas horas
que convierten las calles en decorados públicos
para el privado amor,
atravesaron juntas
nuestras posibles sombras fugitivas,
con los cuellos alzados y fumando.
Siluetas con voz,
sombras en las que fue tomando cuerpo
esa historia que hoy somos de verdad,
una vez apostada la paz del corazón.

Aunque también se hicieron
los muebles a nosotros.
Frente a aquella ventana -que no cerraba bien-
en una habitación parecida a la nuestra,
con libros y con cuerpos parecidos,
estuvimos amándonos
bajo el primer bostezo de la ciudad, su aviso,
su arrogante protesta. Yo tenía
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el labio.

Luís García Montero.


                                                                       Catherine Abel
Aún eres mío, porque no te tuve.        
Cuánto tardan, sin ti,
las olas en pasar…

Cuando el amor comienza, hay un momento
en que Dios se sorprende
de haber urdido algo tan hermoso.
Entonces, se inaugura
-entre el fulgor y el júbilo-
el mundo nuevamente,
y pedir lo imposible
no es pedir demasiado.

Fue a la vera del mar, a medianoche.
Supe que estaba Dios,
y que la arena y tú
y el mar y yo y la luna

éramos Dios. Y lo adoré.

Antonio Gala.

                                                            Catherine Abel
Como un ave que cruza el aire claro
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura:
Cuchichean las hojas: tal parecen
Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica
En preparar el tálamo ocupadas:
Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:
Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, y derruidas
Ramas lo limpio: bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos: de las flores
Los gusanos del pétalo comido
Separo: oreo el césped en contorno
Y a recibirte, oh pájaro sin mancha
Apresto el corazón enajenado!


José Martí.
Balthasar klossowski de Rola      


QUIÉN PUDIERA VIVIR SIEMPRE SOÑANDO!

Es la existencia un cielo,
cuando el alma soñando embelesada,
con amoroso anhelo,
en los ángeles fija su mirada.
¡Feliz el alma que a la tierra olvida
para vivir gozando!
¡Quién pudiera olvidarse de la vida!
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!

En esa estrecha y mísera morada
es un sueño engañoso la alegría;
la gloria es humo y nada
y el más ardiente amor gloria de un día.
Afán eterno al corazón destroza
cuando los sueños ¡ay! nos van dejando.
Sólo el que sueña goza.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!

De su misión se olvidan las mujeres,
los hombres viven en perpetua guerra;
no hay amistad, ni dicha, ni placeres;
todo es mentira ya sobre la tierra.
Suspira el corazón inútilmente . . .
la existencia que voy atravesando
es hermosa entre sueños solamente.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!

Sin mirar el semblante a la tristeza,
pasé de la niñez a la dulce aurora,
contemplando entre sueños la belleza
de ardiente juventud fascinadora.
Pero ¡ay! se disipó mi sueño hermoso,
y desde entonces siempre estoy llorando
porque sólo el que sueña es venturoso.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
                 José Rosas Moreno.


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